El 8M estuvo al borde de volverse un desfile de parafernalia feminista. Hermoso hubiera sido ver proliferar más ira, reclamo y memoria.
El primer trimestre de este mórbido 2019 ha sido nada más que un grosero recordatorio de que las calles del país siguen siendo un campo minado estratificado, heteropatriarcal y misógino. No va ni un mes desde que todas fuimos Martha, todas fuimos Diana, todas esas personas fueron y me aseguro seguirán siendo aquello que gritan y saltan cada vez que “se va a caer”. Siento temor de un feminismo mercantilizado y serial. Un feminismo dónde the future is female es grito ajeno de guerra (y bastante segregacionista también), pero la historia, motivos y dolor desparramado ese 8 de marzo de 1908 están en segundo plano.
Si bien es cierto, mejor movilizarse que quejarse desde la casa.
Si bien es cierto, al menos no se reproducen discursos de odio.
Si bien es cierto, vamos y marchamos por y para algo.
Cuando conmemoramos un disturbio, una huelga: son esos gendarmes, figuras de autoridad y sumisión frente a lo civil (y a sus luchas) aquellos que deberían resguardarnos un 8M?
Llegamos a la Asamblea.Miles de camisetas con la palabra “feminist”, obvia en inglés). Como si fuera un uniforme. Miles de símbolos feministas en pins, camisetas, caritas, espaldas, entre otras. Símbolos para formar parte de algo, antes que hacer algo por algo. Símbolos feministas portados como si fueran una cruz.
Yo no quiero que el feminismo sea una cruz, mucho menos si se vuelve una carga.
No quiero un feminismo que me permita estar “in”, que me de distinción y motivos para quejarme con esos neandertales que machitos nunca han de dejar de ser.
No quiero un feminismo de distinciones, quiero un feminismo de horizontalidad.
Un feminismo de diálogo.
Un feminismo peligroso.
Un feminismo que nos devuelva aquello que esta estructura que repelemos(y reproducimos) todos los días, insiste en arrebatarnos: nuestra humanidad.
Ninguna de nosotras queremos consumir feminismo.
Queremos (y procuramos) vivirlo, ejercerlo y criticarlo.
Entender que no creemos, nos activamos y conspiramos.
Amamos, luchamos y compartimos.
Esta guerra no se ha acabado.