Siniestro porque a pesar de su supuesta y evidente comprensión de los afectos de parejas marikas, también hay que entender que formar parte de este espacio público exclusivo y destinado al turismo aparece como una ilusión. Una ilusión de una sociedad de mente abierta que «acepta» a los individuos sin importar sus preferencias sexuales.
Estas características son tan propias de una sociedad europea y es común en las sociedades latinoamericanas disfrazar sus espacios de mayor concurrencia de extranjeros con imágenes de un país que promueve la tolerancia y el respeto hacia la diversidad.
Esto podría ser consecuencia de una cultura pop de la diversidad sexo afectiva, es decir que está en auge el nombrarse como lesbiana o gay. El hecho de que la sexualidad sea un tema “trendy” tiene que ver también con una cuestión de clase.
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Ahora pensemos en todas las personas que de hecho en su cotidiano deben lidiar con la normativa pero que no están conscientes de las estrategias del estado para invisibilizarlas.
Las mujeres y las personas sexo diversas que viven en las marginalidades de las ciudades no pueden alardear de su homosexualidad en espacios públicos porque en sus entornos siguen sufriendo violencia por parte de quiénes las rodean, para estas cuerpas hablar de sus preferencias sexuales todavía se encuentra relegado al ámbito privado, en el que las violencias también están presentes.
En este sentido, el espacio público traiciona a las cuerpas empobrecidas y no les brinda las herramientas necesarias para tener vidas dignas en las que se respete su derecho de existir. Es importante hacer un ejercicio de concientización a partir de la ocupación del espectro público, porque no todes les individues sexo género diversos tienen la oportunidad de ocupación de estos espacios con motivos políticos que realmente cambien la forma en la que el estado se encuentra concebido
Fotografías realizadas en el centro de CDMX – 2018