Jornadas de Paro Nacional 2019, un recuento de las memorias de solidaridad de un pueblo levantado
Durante 12 días Quito y en sí el Ecuador, se levantó de manera masiva en contra del Decreto 883. Decreto que precarizaría el trabajo y la vida del sector más vulnerable además de permitir una libre entrada del FMI a nuestro país.
Ecuador es un territorio en donde el pueblo históricamente se ha levantado para demostrar su inconformidad hacia figuras y políticas gubernamentales. En esta ocasión grupos de estudiantes, trabajadorxs e indígenas, plegaron a la jornada de paro nacional propuesta en primera instancia por empleados del transporte público. La preocupación de la eliminación del subsidio a la gasolina y el diésel llegó a su límite el 3 de octubre del presente año.
Varias movilizaciones en todo el Ecuador empezaron a tomar forma y fuerza: obrerxs, trabajadorxs públicos, estudiantes expresaron su inconformidad con las medidas económicas del gobierno. Así se inauguraría una larga jornada de lucha y resistencia.
Los pueblos originarios iniciaron su movilización hacia Quito con la intención de cuestionar firme y de frente al presidente Lenin Moreno, para esto la represión desmedida de la policía ya había provocado mucha tensión en el ambiente.
El gobierno decretó el Estado de exepción como “medida de seguridad para la ciudadanía”. Los militares en las calles de Quito, el toque de queda y el patrullaje se impusieron con el fin de devolver la “paz” a la ciudad. “Paz” que en una estrecha línea con el fascismo, hirió, asfixió y asesinó. Vulneró espacios de seguridad y acogida humanitaria para después negarlo públicamente en una rueda de prensa en la que la Ministra María Paula Romo esquivó responsabilidad de muertes y heridxs para hacer énfasis en la vulneración a sus policías y militares.
El estado Ecuatoriano comprobó mediante su accionar que su verdadero interés es el económico, no el bienestar del pueblo ni construir un futuro digno para la gente. Demostró que podía utilizar el quinto poder, los medios de comunicación, para crear contextos perfectos de miedo y caos. Era increíble que televisoras homogénicas como Teleamazonas y Ecuavisa, durante las duras y fuertes jornadas de represión en las calles pasarán en su programación dibujos animados. Inclusive y en el transcurso de las jornadas, medios mal llamados “comunitarios” con una clara posición correísta aprovecharon para posicionar conspiraciones absurdas sobre la situación en el país.
Todxs fuimos espectadorxs de cómo el gobierno arremetió contra el pueblo de manera física, moral y psicológica. Quienes fuimos a las calles, voluntariamos en centros de acogida y estuvimos codo a codo con lxs sectores sociales inconformes podemos dar fe que la represión policial y militar fue excesiva, que las mentiras mediáticas y el interés por vender el país al FMI se dolieron más por los bloques levantados que por las cuerpas violentadas.
De igual manera, quienes estuvimos poniendo la cuerpa también pudimos sentir la solidaridad y el apoyo mutuo que emanaba el perímetro del parque “El Arbolito”. Manos y cabezas trabajando sin parar, cuerpas sin descanso, pies acalambrados, ojos llorosos, leche y vinagre, llantas quemadas fueron los componentes para crear una atmósfera de organización social que no hubiera podido moverese sin lxs compañerss de pueblos originarios al frente. Finalmente, el movimiento indígena logró algo que en la historia nunca se había planteado: un diálogo directo entre el pueblo y el estado, transmitido en vivo.
Si bien el decreto 883 fue derogado, estamos a la espera de un nuevo decreto. En estos tiempos es importante que visibilicemos lo que sucede en nuestro país a nivel político, de igual manera es menester que en nuestros espacios, ya sea nuestro barrio, colegio, universidad o trabajo se plantee la alternativa de salir a la calle y enunciar una molestia. Con gran atrevimiento y sin descaro decimos: ¡Esta sí es la forma de luchar!
Se lucha en colectivo, pensando en le otrx. Se lucha desde la organización para ocupar las calles. Se lucha contra el Estado y todos sus componentes, desde las paredes blancas de la ciudad “limpia” hasta las barricadas en la calle. Se lucha incomodando la ciudad para que lxs minorías acómodadxs sientan la intraquilidad que siente el pueblo al saber que su vida está en manos de un Estado que los precarizarà a cambio de migajas del neoliberalismo.
Esperamos que lxs habitantes urbanxs hayamos aprendido ampliamente de lxs compas indígenas, de su firmeza, de su forma de organización comunitaria y de su valentía y que somos lxs jóvenes lxs que estamos en capacidad de cambiar las cosas. Que es necesario colectivizar nuestras ideas y más que nada que hayamos aprendido a reconocer muy bien quien es el enemigo.